El astrolabio es un instrumento de precisión cuyo uso principal fue astronómico y matemático de cuando se inventó en Alejandría en torno al siglo I a.C.. Es una representación de la esfera celeste capaz de representar de forma manual su movimiento de rotación diario. Los astrolabios tienen una anilla en su parte superior, ya que se utilizan en suspensión, colgados de la mano libremente, asegurando así la verticalidad.
Un astrolabio consta de varias partes: madre, dorso, araña, láminas y trono. La araña es un mapa estelar en el que las posiciones de las estrellas se señalan mediante punteros en cuya base se inscribe el nombre de la estrella cuya posición señala. Una de las dos coronas de la araña representa la eclíptica, la trayectoria que describe la Tierra en su giro anual en torno al Sol. En la Edad Media esta trayectoria no se describía así, ya que el modelo que se defendía era el modelo geocéntrico del Universo (un modelo astronómico en el que la Tierra está situada en el centro del universo). Esta corona lleva grabados los doce signos del zodiaco.
Las láminas, situadas bajo la araña, sirven para ser utilizadas en una determinada latitud. Esas láminas llevan grabadas unas curvas, que conforman el sistema de coordenadas, que permiten ubicar los astros en la esfera celeste respecto al horizonte del observador. En la parte inferior se encuentran las doce curvas horarias que permiten el uso del astrolabio como reloj, llevando intercaladas las marcas de las horas de rezo que fija el corán.
Los astrónomos islámicos mejoraron los astrolabios alejandrinos añadiendo una serie de objetos, tales como azimuts, esferas armilares o engranajes mecánicos.
Pero, ¿cuando ocurrió el salto desde la ciencia helenística hacia la ciencia islámica? La astrología helenística se extendió hacia el norte de Siria a principios del siglo III. Durante el siglo VI, Sergio de Reshaina, tradujo muchos trabajos del griego al sirio. En uno de sus tratados los detalles astronómicos son bastante básicos y en nada se parecían a los trabajos sofisticados de los astrónomos griegos, como por ejemplo Ptolomeo, el cual Sergio solo citaba por su nombre.
Pero el proceso de helenización científica del Islam se inició en el siglo VII, tras la conquista islámica de Egipto y como resultado del traslado del centro académico y científco que fue Alejandría a Harrán, hoy ciudad turca cerca de la frontera con Siria. Es ahí donde tuvo lugar el encuentro de la intelectualidad islámica de origen persa con la astronomía helenística y con un instrumento de origen helenístico como el astrolabio.
La astronomía islámica bebió a la vez de tres fuentes: la griega-alejandrina, la persa y la india. Los musulmanes incorporaron tradiciones científicas de imperios anteriores y rápidamente los fusionaron con sus tradiciones, para convertirse en parte de lo que llamarían más tarde como ciencia islámica.
En ese mismo siglo, el siglo VII, el erudito y obispo sirio Severus Sebokht escribió un gran tratado sobre el astrolabio. Este tratado es una prueba de la continuidad del conocimiento artesano de la antigüedad hasta los tiempos islámicos.
La España musulmana fue pionera en Europa en el desarrollo de los astrolabios. Se han encontrado astrolabios fechados y firmados por Muḥammad ibn al-Ṣaffār, hermano del importante astrónomo que fue discípulo de Maslama. Aparte de estos, se han encontrado más astrolabios que se atribuyen al periodo califal.
En el siglo XI, la astronomía se enseñaba con el Almagesto del astrónomo alejandrino Ptolomeo (100-168 d.C.) y se incluía también el uso del astrolabio. El más importante de los astrolobistas en este periodo fue Ibrāhīm ibn Sa’īd al-Sahlī. En el Museo Arqueológico Nacional se conserva uno de los astrolabios utilizados por este señor.
Mención especial se merece el astrónomo toledano Abū Isḥāq Ibrahīm Ibn Yahyā al-Naqqāš al-Qurtubī al-Zarqālluh (1029-1100), inventor del astrolabio universal. Un instrumento independiente de la latitud y por tanto de uso en cualquier lugar. En el periodo almohade se reactivó de nuevo la construcción de astrolabios, destacando el prolífico astrolabista sevillano Muḥammad ibn Fattūḥ al-Jamā’irī. A partir de la Reconquista de Toledo, por parte de los Reyes Católicos, el astrolabio, empezó a expandirse por toda Europa. En el mundo árabe, el astrolabio continuó utilizándose con normalidad, hasta entrado el siglo XX.
Los astrolabios han sido determinantes para mejorar la cartografía y calcular el tiempo de navegación. No se pueden entender los descubrimientos científicos ni otro tipo de avances sin los astrolabios, que sirvieron de orientación a los navegantes en los mares, muy lejos de las costas. Al fin y al cabo, fue una versión primitiva de los sistemas de navegación que conocemos hoy en día.
Los instrumentos científicos como el astrolabio jugaron un papel esencial en la transmisión del conocimiento científico. La verdadera difusión del astrolabio vino del mismo instrumento y de su uso, más que de los complicados y densos tratados sobre él.
Referencias:
George A. Saliva, “Science before Islam”, en A. Y. al-Hassan (ed.), The Different Aspect of Islamic Culture, Vol. IV (UNESCO, 2001)
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