Los nanosensores, un tipo de nanodispositivos integrados por un elemento biológico (enzima, orgánulo, célula, anticuerpo, ácido nucleico,...), están revolucionando el mundo del envasado alimentario.
La mayoría de los alimentos frescos o procesados llegan a alterarse debido al crecimiento microbiano. Para evitar este problema, dos nuevos sistemas de envase han aparecido en el sector alimentario: los envases activos y los envases inteligentes.
Hasta ahora, los envases tradicionales han atesorado varias funciones: ser contenedores de alimentos, proteger el alimento del ambiente exterior, contener información sobre el producto alimenticio, indicar la forma de preparación del alimento e indicar la composición nutricional del alimento. Veamos en esta nueva entrada qué función poseen estos dos nuevos sistemas de envase.
Por un lado, en los envases activos, se han incluido componentes secundarios para mejorar las condiciones de conservación del alimento y prolongar su vida útil, manteniendo o potenciando sus propiedades organolépticas. Para ello, los componentes secundarios añadidos pueden funcionar absorbiendo compuestos que deterioran el producto o emitiendo sustancias que ayudan a su conservación. Aunque este tipo de envase interaccione con el alimento para incrementar su vida comercial, no ofrece ningún tipo de información adicional respecto a la que puede ofrecer un envase tradicional.
Hace algunos años los compuestos activos se empezaron a introducir en forma de etiquetas, “sachets” (pequeñas bolsitas blancas que aparecen en algunos productos cárnicos),... He aquí algunos ejemplos de componentes secundarios incorporados a este tipo de envases: eliminadores de oxígeno, controladores de humedad,...
Los eliminadores de oxígeno son muy útiles en productos que son por naturaleza esponjosos (productos de panadería,...). En este tipo de productos suele haber oxígeno residual que es difícil de eliminar y que es el principal causante de su deterioro. Gracias a los eliminadores de oxígeno, se reduce casi por completo el oxígeno en un periodo entre 1 y 4 días, impidiendo la actividad microbiana aeróbica.
Imagen 1. En la imagen de arriba se observa un envase activo de un producto cárnico con “sachet”. En la imagen de abajo se observa un envase activo con eliminadores de oxígeno. Fuente
Los controladores de humedad sin embargo absorben el agua, impidiendo el crecimiento bacteriano por un periodo más prolongado. Estos suelen aparecer en productos donde pueden aparecer exudados (carnes, pescados, vegetales frescos) y en aquellos que deben ser crujientes (galletas, snacks).
En el supermercado he encontrado que las pipas supremas de Facundo están envasadas en una bolsa que contiene un sobre preservador de frescura, para que se mantengan el mayor tiempo posible crujientes.
Por otro lado, los envases inteligentes contienen indicadores externos o internos para proporcionar información sobre las propiedades y el estado del alimento envasado. Gracias a estos envases, la monitorización de la calidad de los productos es posible. He aquí la información adicional que se le ofrece al consumidor en relación a los envases tradicionales. Para que esto ocurra se deben de cumplir dos condiciones:
Reacción entre el propio alimento y el envase.
Modificación en la etiqueta debido a esa reacción.
Gracias a esta modificación se informa al consumidor de la calidad o del estado del producto.
Por desgracia, no he encontrado en el supermercado ningún producto con un envase inteligente. Pero si he leído que la marca de cerveza Tropical lanzó en el 2012 la primera edición de botellas y latas con etiqueta termocromática que se comercializaba en el Archipiélago canario. Esto la convirtió en la marca pionera en acometer dicha iniciativa dentro del sector de bebidas y alimentación en las Islas Canarias. La etiqueta termocromática incorpora un indicador de frío, que cambia de color blanco a azul cuando adquiere la temperatura perfecta para ser ingerida. Este indicador con tinta termocrómica sensible al frío muestra la temperatura óptima de consumo del alimento, es decir, muestra cuando la cerveza está lo suficientemente fría para ser disfrutada.
Aunque la aparición de este tipo de productos en los supermercados va en aumento, todavía no se sabe si el uso de nanosensores en alimentación puede acarrear algún tipo de problema. Para tranquilizar al consumidor, es urgente e imprescindible dejar claro los potenciales efectos negativos sobre el organismo, si existen, del uso de nanopartículas en el campo de la alimentación. Esto va a influir en la implantación definitiva en nuestro país de la nanotecnología en los años venideros. Por ello, sigamos divulgando sobre la nanotecnología, para formar e informar al consumidor del siglo XXI y para que el mundo de los nanoalimentos no tenga los días contados.
Referencias:
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