Esta fotografía fue tomada el 13 de mayo de 1913 en el Observatorio Astronómico de Harvard, en Estados Unidos. Las 13 mujeres que aparecen en ella jugaron un papel muy importante en todo lo que aconteció en el interior de ese edificio. A partir de 1877, a raíz del nombramiento del nuevo director del Observatorio, el astrónomo Edward Charles Pickering (el hombre de la fotografía), toda la actividad se limitó a la fotografía estelar. Es entonces cuando entraron en escena estas 13 mujeres.
Pickering consiguió reunir una colección de fotografías enorme. Generó alrededor de medio millón de placas de cristal fotográfico, con imágenes de unos diez millones de estrellas. Analizar toda aquella información para hacerla manejable y evitar que terminase criando polvo en algún oscuro almacén, no era tarea sencilla, ni barata.
El objetivo era crear un catálogo fotométrico, donde se pudiesen consultar las magnitudes y posiciones de los distintos grupos estelares, así como los espectros de todas las estrellas observadas. Por eso se rodeó de estas 13 mujeres, ya que pensaba que la tarea de análisis de los datos de las fotografías espaciales se ajustaba mejor al talento observador y paciente de las mujeres, aparte de que salía más barato contratar a mujeres que a hombres. Según sus propias palabras: “las mujeres tienen la destreza para realizar trabajos repetitivos, no creativos”.
Estas mujeres, conocidas hoy como las calculadoras de Harvard, se dedicaron a contar, catalogar y clasificar estrellas en el Observatorio, midiendo variables como el brillo, la posición y el color de cada astro a partir de placas fotográficas, un trabajo por el que obtenían salarios miserables. Realizaban un trabajo tedioso y mecánico que, sin embargo, ayudó a sentar las bases de la astrofísica moderna.
Entre estas 13 mujeres se encontraban Williamina Fleming, Annie Jump Cannon, Antonia Maury, Margaret Harwood o Henrietta Swan Leavitt. Este grupo de mujeres se conoció desafortunadamente como el harén de Pickering.
Cecilia Payne-Gaposchkin llegó en 1923 al Observatorio, después de haber conseguido un expediente brillante en una de las facultades para mujeres de la Universidad de Cambridge. Esa misma Universidad que la trató como estudiante de segunda clase por el mero hecho de ser mujer. Esa misma Universidad donde las mujeres no tenían reconocido título alguno aunque superasen sus estudios. Así fue hasta 1948, ya que la Universidad de Cambridge no aceptó dar licenciaturas a mujeres hasta ese mismo año. Ella misma decía que todo hubiera sido diferente si hubiera sido alegre, atractiva y hubiese llevado vestidos bonitos. Fuente
Cecilia trabajó noche y día para poder desarrollar su carrera académica. Estuvo muchos años estudiando y desmontando las críticas que recibía por ser mujer. Aunque su salario era vergonzoso y estuvo mucho tiempo sin ningún estatus oficial y en posiciones subordinadas; tenía a su disposición la colección de placas fotográficas de Harvard, podía utilizar los telescopios de Harvard y tenía la biblioteca en sus manos.
Durante mucho tiempo su estatus sin nombre continuó sin nombre. Nunca estuvo su nombre entre los candidatos para dirigir el departamento, aunque habría sido una candidata tan cualificada como el resto de los candidatos. Había sido pasada por alto solamente por ser mujer. Sus obligaciones, investigaciones, clases, dirección de estudiantes,... eran de hecho las de un catedrático.
Veinte años más tarde consiguió la plaza de titular en la Universidad, la primera mujer en conseguirla en Harvard. Este hecho abrió las puertas a muchas más mujeres a acceder a los estudios y desarrollar sus carreras.
Referencias bibliográficas:
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