En el siglo XIX muchos científicos aspiraron a convertirse en empresarios industriales. La ciencia líder fue la química, que colonizó muchas universidades e impulsó nuevas industrias. Existió una gran alianza entre las ciencias y las tecnologías y gracias a ello se puede explicar el dominio europeo de esa época.
Los ingenieros comenzaron a tener información de las ciencias básicas que adquieren un gran vigor, como es el caso de la química y las diferentes ramas de la física. Lo que se denomina hoy como Revolución industrial era un gran caldo de cultivo de diferentes conocimientos: desde el más aplicado y artesanal, al industrial y científico. Aparte de ser una época muy exitosa, trajo consigo un gran cambio social. Cambió drásticamente las formas de poder en la manera de apropiarse de la Tierra. La utilización sistemática de los conocimientos científicos y de las nuevas formas materiales generadas en el sector tecnológico, se impuso como condición para el desarrollo social.
Fue un periodo de gran desarrollo científico, con muchos avances en la Física, la Química y la Biología que, de hecho, adquirieron el status de ciencia en esta etapa, con logros fundamentales como los estudios de electromagnetismo de Michael Faraday; la tabla periódica de elementos químicos, elaborada por Dmitri Mendeleiev, o el descubrimiento de los microorganismos, por Louis Pasteur. Buena parte de los descubrimientos científicos de este periodo, resultado del estudio de elementos y fuerzas hasta entonces desconocidas, se tradujeron en múltiples aplicaciones tecnológicas que transformaron de manera radical todos los ámbitos de la vida cotidiana. Hubo toda una revolución en los transportes, en especial con el uso de vapor como energía y medios de comunicación, que redujeron las distancias y fortalecieron el comercio de productos, a la par que se logró una comunicación inmediata y el intercambio de noticias. También se mejoraron las actividades productivas en la industria y se crearon artefactos que hicieron más práctica la vida cotidiana. Asimismo se perfeccionaron las armas de fuego, factor fundamental para la expansión colonialista en esta etapa.
Está claro que la relación entre ambos campos es íntima. Las tecnologías emplean el conocimiento del universo generado por las ciencias para mejorar sus técnicas, mientras que la ciencia precisa echar mano de la tecnología más avanzada para poder llevar a cabo sus experimentos. Hay veces que la investigación científica es dirigida para ayudar a resolver una cuestión tecnológica. Otras veces nuevas tecnologías aparecen de pronto surgidas de avances científicos relativamente recónditos o incluso inesperados.
Las funciones de la ciencia y de la tecnología en la sociedad son inseparables. El avance del conocimiento científico desde el surgimiento de la ciencia se basa, en gran medida, en el auge de la tecnología que amplía las posibilidades de observación, experimentación y captación, procesamiento, transmisión y utilización de la información. A tal punto llega esta influencia que son escasos los procesos científicos que no se apoyen en la multitud de herramientas tecnológicas disponibles. De igual forma ocurre con los progresos tecnológicos. Dependen cada vez más de la búsqueda intensa de nuevos conocimientos que permitan investigar, diseñar y producir objetos materiales más adecuados a las necesidades sociales.
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